Fue un éxito la presentación Pablo Ramírez, Laura Valenzuela, Marcelo Senra, María Pryor y Evangelina Bomparola en la semana de la moda de la Gran Manzana
NUEVA YORK.- Hasta pasada la medianoche siguió el festejo por el desfile argentino en la Mercedes Fashion Week en Kisss & Fly, uno de los lugares de moda en el Meatpacking.
Todos con ganas de celebrar, los diseñadores, contentos con la experiencia, y los promotores de la iniciativa (Cancillería y Consulado argentino en Nueva York, con el apoyo de Lan y AA2000), felicitándose por los buenos resultados. En el Lincoln Center, con 800 personas y gente de pie, la presentación de Ramirez, Marcelo Senra, María Pryor, Laura Valenzuela, Evangelina Bomparola y La Dolfina por Pablo Ramírez habría tenido bastante mas solidez en su organización que la primera edición, el año último.
Fue todo un ejercicio de síntesis para mostrar en apenas siete pasadas lo fundamental de seis estilos muy diferentes, que en buen inglés americano "gusto mucho", según se entendió por los aplausos y comentarios, y el interés posterior de la prensa por charlar con los participantes.
El dramatismo de Ramírez, en su irrenunciable negro y blanco, se paseó con faldas al piso que en Nueva York podrían pegar el golpe en las grandes fiestas, también en la que todos los años arma Vogue en el Met en beneficio de su Costume Institute. Tal su chic, que quien sabe podría conmover hasta a Anna Wintour.
La calidez de Marcelo Senra, con tonos cobres, tierras, blancos borravinos en materiales orgánicos. chaguar, canamo, capullo de seda... redondeo un look ultrafemenino, con vestidos cortos o al piso, con notables detalles y accesorios en papel.
El impacto de Laura Valenzuela, con cuero enrejado por obra y gracia del láser en polleras impecablemente realizadas, a las que suaviza combinándolas con sedas, que bien pueden ser blusas sensuales. Escotes y espaldas, al frente.
María Pryor pone el alma en lo que hace y no renuncia a su pasión, la magia y un mundo mejor, esta vez a partir del blanco en gasas y tules con un minucioso trabajo de alforzas y aplicaciones de miniperlas.
Ni que hablar de La Dolfina, que con la experiencia Ramírez pasa a un plano internacional: cualquiera se imaginaría al ver esas chaquetas de cuero color tabaco, o esas rodilleras, o esos chalecos blancos ribeteados al tono, o los que combinan blanco y azul, que hasta el Príncipe de Gales lo adoptaría encantado. Un lujo.
En otra sintonía, siempre vinculada con la tendencia internacional, Evangelina Bomparola se mostró en su salsa con sedas, crêpes y satenes en un look que rinde sus honores a la elegancia: el vestido largo, el tajo oportuno, la sorpresa interior que asoma en contratono.
Entre muchas otras cosas, hay sushi en Kiss and Fly, la gente brinda y no entra ni un alfiler: la Argentina neoyorquina (que la hay, y en buen número) esta dando las hurras. Con toda razón.
Todos con ganas de celebrar, los diseñadores, contentos con la experiencia, y los promotores de la iniciativa (Cancillería y Consulado argentino en Nueva York, con el apoyo de Lan y AA2000), felicitándose por los buenos resultados. En el Lincoln Center, con 800 personas y gente de pie, la presentación de Ramirez, Marcelo Senra, María Pryor, Laura Valenzuela, Evangelina Bomparola y La Dolfina por Pablo Ramírez habría tenido bastante mas solidez en su organización que la primera edición, el año último.
Fue todo un ejercicio de síntesis para mostrar en apenas siete pasadas lo fundamental de seis estilos muy diferentes, que en buen inglés americano "gusto mucho", según se entendió por los aplausos y comentarios, y el interés posterior de la prensa por charlar con los participantes.
El dramatismo de Ramírez, en su irrenunciable negro y blanco, se paseó con faldas al piso que en Nueva York podrían pegar el golpe en las grandes fiestas, también en la que todos los años arma Vogue en el Met en beneficio de su Costume Institute. Tal su chic, que quien sabe podría conmover hasta a Anna Wintour.
La calidez de Marcelo Senra, con tonos cobres, tierras, blancos borravinos en materiales orgánicos. chaguar, canamo, capullo de seda... redondeo un look ultrafemenino, con vestidos cortos o al piso, con notables detalles y accesorios en papel.
El impacto de Laura Valenzuela, con cuero enrejado por obra y gracia del láser en polleras impecablemente realizadas, a las que suaviza combinándolas con sedas, que bien pueden ser blusas sensuales. Escotes y espaldas, al frente.
María Pryor pone el alma en lo que hace y no renuncia a su pasión, la magia y un mundo mejor, esta vez a partir del blanco en gasas y tules con un minucioso trabajo de alforzas y aplicaciones de miniperlas.
Ni que hablar de La Dolfina, que con la experiencia Ramírez pasa a un plano internacional: cualquiera se imaginaría al ver esas chaquetas de cuero color tabaco, o esas rodilleras, o esos chalecos blancos ribeteados al tono, o los que combinan blanco y azul, que hasta el Príncipe de Gales lo adoptaría encantado. Un lujo.
En otra sintonía, siempre vinculada con la tendencia internacional, Evangelina Bomparola se mostró en su salsa con sedas, crêpes y satenes en un look que rinde sus honores a la elegancia: el vestido largo, el tajo oportuno, la sorpresa interior que asoma en contratono.
Entre muchas otras cosas, hay sushi en Kiss and Fly, la gente brinda y no entra ni un alfiler: la Argentina neoyorquina (que la hay, y en buen número) esta dando las hurras. Con toda razón.
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